El Gobierno ha seguido el camino parlamentario para que el impuesto a las transacciones financieras (ITF) -conocido como la tasa Tobin– se ponga en marcha junto al nuevo gravamen digital, la tasa Google. Su finalidad no es otra que destinar la recaudación, prevista en 850 millones de euros, a equilibrar las cuentas de la Seguridad Social para ayudar a sufragar las pensiones.
Se trata de un impuesto del 0,2% a las operaciones de compra de acciones españolas ejecutadas por operadores del sector financiero. Muchos expertos alertan de que incrementará el coste para el inversor final y para el inversor institucional, a mayor volumen mayor coste. Tampoco gravará a las empresas no cotizadas o la deuda. Puede suponer también una distorsión a la hora de elegir los activos en los que materializar la inversión. Los inversores, por ejemplo, podrían incrementar su inversión en activos que estén en otras bolsas y respecto a las que no haya este efecto impositivo.
El coste de transacción aumenta los gastos para el inversor, lo que incentiva que el ciudadano español mantenga su dinero en depósitos, con la posible pérdida de rentabilidad en el largo plazo que podría suponer.
¿A qué tipos de instrumentos financieros gravará?
Esta tasa es exclusiva para las empresas cotizadas con más de 1.000 millones de euros de capitalización, no se aplicará ni a la deuda ni a los derivados, y habrá excepciones como las salidas a bolsa, las necesarias para el funcionamiento de infraestructuras del mercado, las de reestructuración empresarial, las que se realicen entre sociedades del mismo grupo y las cesiones de carácter temporal.
¿Cuál será su repercusión en la negociación de la bolsa española?
El impuesto se produce en un contexto de deterioro de los volúmenes de contratación en la bolsa española. El propio presidente de la CNMV, Sebastián Albella, se refirió en su discurso anual ante el Congreso a esta situación y al perjuicio que podría suponer el impuesto en un momento en el que se debería «procurar que la regulación favorezca la competitividad de nuestros mercados».
Los expertos anticipan que cuantificar el impacto que tendrá en la negociación de la bolsa es difícil, pero Natalia Aguirre, directora de análisis y estrategia de Renta 4, recuerda que en los países en los que se ha aplicado ya ha tenido un impacto negativo de entre el 10% y 20% en los volúmenes negociados durante el primer año de aplicación.
Fuente: El Economista (18/02/2020)